"La mayor gloria de una mujer es que no hablen de ella", dijo Pericles.
Maneras trágicas de matar a una mujer. Nicole Loraux

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ofelia

hamletmaschine OPHELIA

Madres en duelo. Para leer.

http://grupoatenealaplata.blogspot.com/2010/05/madres-en-dueloritos-funerarios-y-los.html



Cometarios extraídos del texto Madres en duelo de Nicole Loraux


“Demasiado próximas o demasiado lejanas, ancladas en el cuerpo del niño en un alumbramiento sin fin, o retiradas de las compañía de los hombres e inflexibles a sus ruegos , entregadas a sus menis, amor agobiante y odio asesino, armadas o desarmadas, no cabe duda de que las madres dan miedo y así se las viste de negro"

Diana Krall: Cry me a river

Mujeres para los hombres (Loraux)


¿Por qué tantas mujeres sobre la escena? Porque, por una parte, la tragedia está hecha de la  representación de  las mujeres por y para  los hombres. Por los hombres, ya que son hombres -e  incluso ciudadanos-  quienes actúan, con toda la ambigüedad y el placer que el juego  de  la interpretación implica  (el placer
del descentramiento, el placer del transvestismo, que borra y subraya a la vez la diferencia de sexos).


Más allá del publico, el destinatario; o el beneficiario que es el mismo. Del  modo en que las tragedias, tanto las de Esquilo o Sófocles como las de Eurípides, establecen los límites que nadie puede transgredir, resulta que los hombres son el único beneficiario del espectáculo trágico. Porque, al reflexionar sobre la muerte de las mujeres  en la tragedia, se comprueba que en el seno mismo de la alteración más sistemática, hay límites que no deben transgredirse, porque determinan lo que corresponde a un hombre y  a una mujer. Ya  sea una mujer que, virilmente, asume el poder  -por  ejemplo, Clitemestra-,  o un hombre al que se le ha asignado un comportamiento femenino, llega un momento en que la ortodoxia debe ser reinstaurada ( y  la muerte constituye el momento privilegiado de dicha restauración). Beneficiarios del espectáculo trágico, los hombres de Atenas capitalizan entonces el doble beneficio de haber alterado totalmentc el orden cívico en su pensamiento, y de  haberlo restablecido totalmente después.

Nicole Lauraux



Mujeres que aman, hombres que huyen. Nicole Loraux

De Notas sobre un imposible sujeto de la historia
de Nicole Loraux
http://ddd.uab.cat/pub/enrahonar/0211402Xn26p13.pdf

¿Un  hombre experimenta intensamente placer o dolor? Se dirá que actúa como una mujer, o más  bien  que da rienda suelta a la mujer que  hay en él.
Los griegos plantean, explícitamente y sin reticencias, que existen hombres- hombres, mujeres-mujeres, hombres-mujeres y mujeres-hombres, tal como afirma  un pasaje asombroso del tratado hipocrático Sobre la dieta.  Demasiada virilidad amenaza al hombre, o al  héroe: si, por el contrario, éste libera a la mujer que
lleva dentro de sí, su virilidad se verá  realzada. Heracles, el supermacho,  neccsita  baños calientes (su virtud emoliente, esto es,feminizante, es bien conocida de los griegos), y yo añadiría que en más de una ocasión el héroe se viste de mujer.
¿Quién osaría negar la virilidad de Heracles? Estoy convencida de que el hijo de Zeus sabe sustentarla liberando precisamente su parte femenina.


Porque, más que en cualquier otro lugar civil, en el teatro se trata  de mujeres.  De  mujeres y de  lo  femenino, sin duda. Pero también de  mujeres en tanto que son a la vez esa raza tan vituperada y la imposible mitad
de la ciudad.
En la escena trágica, frente a los hombres  hay unas mujeres, y a menudo,  por lo  menos en Eurípides,  ante hombres inseguros de su virilidad -Jason,  Hipólito, Admeto. ..-,  Medeas, Fedras, Alcestis , muy diferenrrs entre sí, pero con  un  p u n t o  en común: se atreven a amar  (y también, más  de  una  vez, a odiar). Mujeres que aman y hombres que huyen. 


Dime cómo mueres y te diré quién eres. (Octavio Paz, El laberinto de la soledad)


"Por el contrario, las mujeres no alcanzan con su muerte violenta el mismo nivel superior que los hombres. En un sentido u otro, su deceso es considerado siempre como una especie de sacrificio necesario (para limpiar la honra del marido o de la familia). Sus fallecimientos no son admirables ni censurables: son el fin lógico de su papel secundario en el mundo. Las mujeres no mueren heroicamente, sino trágicamente". 


Fragmento de 

“Pongan cuidado, muchachas, miren cómo van viviendo”. 
Los feminicidios en los corridos, ecos de una violencia 
censora



GABRIELA NAVA
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM