Clitemnestra.
Falso monólogo griego. Diario de trabajo de un espectáculo teatral. Por Mariana Percovich Apoya: Montevideo Ciudad Teatral. Produce: COMPLOT Estreno 2012
"La mayor gloria de una mujer es que no hablen de ella", dijo Pericles.
Maneras trágicas de matar a una mujer. Nicole Loraux
viernes, 14 de septiembre de 2012
jueves, 16 de agosto de 2012
sábado, 11 de agosto de 2012
Nota en Sábado Show El País. Sábado 11 de agosto 2012
Las madres dan miedo Lo que sucedió en el montaje de Clitemnestra, y lo que sucede cada vez que se presenta ante el público en el Bar de Paullier y Guaná, se parece bastante al escenario de esta entrevista. Mariana Percovich propone que el encuentro sea en su casa. Prepara té de naranja para cuatro, sirve masitas y prende la estufa. En el medio de la sala una gata se divierte pasando de la falda de un invitado a la de otro. Marisa Bentancur se sienta enfrentada a Iván Solarich. Ella, un poco alejada, los escucha hablar y contar, seria, mirando con atención, como si siguiera dirigiéndolos, más allá del escenario. MARIÁNGEL SOLOMITA | FOTOS: CORTESÍA COMPLOT -Bentancur: Nos conocemos de toda la vida a pesar de que estudiamos en lugares distintos. Y puedo decir que soy la única que dirigió a Mariana Percovich. Lo que hizo fue maravilloso, hasta el día de hoy repetimos las frases de Wanda. Luego dijo que no iba a actuar nunca más. -¿Cómo era ese personaje? -Percovich: Como yo. -Bentancur: Delirante, invasiva, loca, sumamente divertida. Desde la cocina, apunta: -O sea, no es como yo. Esa es la visión que tiene la gente de mí. -Bentancur: Pasaron los años y fuimos intercambiando de distintas maneras. Mariana no sabe, pero yo quería hacer Clitemnestra desde hace años. -Percovich: Esta obra cierra mi trilogía. En realidad quería montar Las danaides con 100 mujeres en escena y no salió. Fue Marisa la que me dio la idea de hacer Clitemnestra. -Bentancur: Me pidió tiempo y escribió durante el verano. Cuando nos encontramos me dice que la idea de ella no es que sea un monólogo, sino que estén los dos personajes. Yo me puse medio celosa, `¿cómo que los dos?` Pero me convenció. -Percovich: A mí esta obra me dio la oportunidad de jugar con el punto de vista. Vengo estudiando la tragedia y sobre todo los personajes femeninos. Yo sentía que en el caso de Clitemnestra, como se habla de algo que él había hecho, me parecía muy interesante el poder confrontarlos, conservando de alguna manera el monólogo griego. Observando. En el bar, el espectador es recibido por Mariana Percovich. Sí, la directora. Sucede que a ella le gusta estar en cada una de sus funciones. -Solarich: Yo lo entiendo, porque uno no tiene muchas cosas para decir todo el tiempo. Cuando uno logra decir todo lo que quiere en un espectáculo lo quiere como a un hijo. Entonces comprendo cómo mira al espectáculo, lo ve crecer, para que no se desvirtúe. -Percovich: Cuando un actor me dice que no le gusta que lo vaya a ver para mí es muy doloroso porque no pudo manejarme con eso. Lo que me motiva, porqué hago lo que hago, es por la magia de esa noche. Me siento a ver la obra para acompañarla, para sentir al público. Me fijo en cómo se sientan, cómo se ríen, si se duermen...El trabajo de un director es aprender y prever. Hablamos mucho en los ensayos de prever lo que pueda pasar en un espectáculo como este, en el que te puede pasar de todo. Las mujeres deberán acomodarse en el lugar. Hay pocas sillas, muchas estarán de pie. Todo está pensado. Frente a ellas hay una mesa larga en la que dos mozas colocan platos con comida y bebidas. Los hombres deben bajar por una escalera. Percovich se coloca detrás de la barra y comienza la obra. Marisa Bentancur, vestido corto, negro, moño en el pelo, tacos altos, tapado, saluda a las señoras: les da la bienvenida a su banquete. Se presenta como Clitemnestra, primera esposa de Tántalo, asesinado éste y su primer hijo por Agamenón, quien obligado, la desposó. Tuvieron cuatro hijos, Electra, Ifigenia, Orestes y Crisótemis. En medio de la Guerra de Troya, las embarcaciones de Agamenón quedaron detenidas por una maldición de la diosa Artemisa. Para recuperar su simpatía Agamenón debe sacrificar a Ifigenia. Engaña a su hija y a su madre simulando el casamiento de la adolescente con Aquiles. Cuando llega al altar Agamenón la mata. La diosa cumple y el rey parte a la guerra, y diez años después vuelve a su casa. Clitemnestra lo espera junto a un grupo de invitadas a las que les revela su venganza y cómo la va a efectuar. Como dice el personaje, hay que cuidarse de una madre herida; las madres dan miedo. Divididos. En el piso inferior los hombres son recibidos por el rey de Micenas, que les ofrece un trago y da su versión de los hechos. Los personajes solo se encuentran 40 minutos después del inicio. Entonces los hombres suben en fila, siguiendo a Agamenón, y las mujeres convertidas en cómplices los miran con desprecio. Los hombres dudan dónde colocarse, no hay asientos, quedan de pie. La sala iluminada. Los espectadores sirviéndose manjares, tomando vino, whisky. La mayoría parados, convertidos en parte de la obra, inevitablemente tomando partido. Así es la puesta en escena. -¿Qué pasa abajo? -Solarich: Es raro. Acá no hay que dar una conducta frente al público sino lograr una relación con él. A mí me toca ganarme a los hombres con un discurso que escribió una dramaturga y que además yo soy hombre, y lo comparto como hombre. Abajo yo expongo mis argumentos, eso es muy jodido porque justifico el asesinato de mi hija. Debo encontrar un costado humano en el otro para que comprendan al asesino. Tengo que lograr esa instancia social, de club de amigos, que toman, comen, hablan de deportes. También pensé en cómo llegar a los hombres que son gay, y a los que no tienen hijos. Es complicado porque tenés que llegar a algo que tiene que atravesar las propias condiciones. -Bentancur: Y la comida no es para decorar, la comida le da sentido al espectáculo porque son las palabras que entran por el estómago. -Percovich: Como el vino, que baja las defensas, cambia la percepción. -Solarich: Fijate que los presidentes logran los mejores acuerdos comida mediante. -Percovich: Me parece que cuando digo que el teatro en lugares no convencionales implica y obliga a que el espectador sea activo y me preguntan si hay que participar, ahora digo que sí. Pero no en el concepto bobo de la participación, sino que tenés que participar con tu cuerpo, ingiriendo la comida, bebiendo, modificando el punto de vista, el movimiento en el espacio, hasta rodearlos a ellos. Hay algo así de un nosotros que se construye, primero ellos solos y después nosotros. -¿Cómo es dirigir a actores que también son directores? -Percovich: Me costó mucho más dirigir a las nuevas generaciones, a mí me encantan los actores que proponen pero con justificación. Nosotros tres fuimos compañeros de ruta y tenemos en común que elegimos al teatro como opción de vida, es muy serio lo nuestro con el teatro. Es la primera vez que se los digo pero creo que ayudó mucho la confianza que hay entre nosotros, el sentido del humor, el conocimiento. Para mí, que vengo trabajando con jóvenes, esta obra fue un recreo, fue volver a mi generación, estar entre gente con las mismas vivencias. -¿Qué les atrae de la tragedia griega? -Bentancur: Todo. Tanto lo ético como lo estético porque si bien mi personaje en esta versión habla de que todos los autores clásicos eran hombres y en qué lugar han dejado a la mujer, pero también es la sociedad, porque han puesto a Clitemnestra en ese espacio. Son 2.500 años de sacrificar a un personaje porque es cierto, ella mató a su marido, pero los hombres en la guerra mataban a miles y se transformaron en héroes clásicos, mientras que a ella es mejor no cruzártela por la calle. -Percovich: Durante 1 mes y medio les prohibí que se vieran. -Bentancur: Y nos encontramos, ¡y fue horrible! Yo le decía `Iván, ¿ahora qué hacemos?` -Percovich: Y así quedaron clarísimos los dos puntos de vista. Dirigir es crear un espacio propicio para crear y su principal virtud es la atención. Las mejores ideas de puesta son del actor, la dirección los valoriza. La ilumina, le pone música, gestos. Es descubrir ese momento genial del actor y ver cómo hacer para mantenerlo. A mí me gusta esa parte del trabajo, me fascina ese rol de la dirección, esa es mi creación. Por eso no me gusta la actuación, son ellos los que tienen inspiración y creación y el director se ilumina con eso. Esta obra puede verse todos los lunes de agosto en el bar ubicado en Juan Paullier y Guaná. |
jueves, 26 de julio de 2012
domingo, 8 de julio de 2012
miércoles, 4 de julio de 2012
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